En plena ruta jacobea, al borde del Camino,
entre la carretera que une Estella con la ciudad de Logroño, en lo alto de una
colina y en una profunda cuenca, se alza Torres del Río. Un pueblo con embrujo,
de empinadas y estrechas callejuelas en las que se exhiben caserones barrocos
con decorativos blasones. Cobijados
desde el alto por la iglesia de San Andrés.
En la parte baja del pueblo, escondido entre
el apretado caserío,
...aparece una joya arquitectónica del románico del siglo
XII, la iglesia del Santo Sepulcro, sugiriendo por su planta poligonal, a la
basílica del Santo Sepulcro de Jerusalén, monumento
funerario por excelencia del mundo cristiano; en la que la forma circular se ha
sustituido por otra poligonal,siendo junta a SANTA MARÍA DE EUNATE, uno de los pocos templos poligonales de España y de Navarra.
Es una joya del románico, edificada en torno a
1170.
Para acceder al edificio, lo haremos por la puerta
del lado sur,
cuyo tímpano nos presenta una cruz patriarcal, insignia de la Sagrada Orden Militar del Santo Sepulcro de Jerusalén.
Si miramos el templo frente a su portada,
observamos el sentido ascensional y de gran verticalidad del templo, extraño en el románico, que tiende más a la
horizontalidad, que a la verticalidad.
Es un edificio sobrio y armonioso en el que diferenciará claramente los tres cuerpos.
El primero es liso salvo en el segmento de la
puerta.
El segundo nivel cuenta con arcos apuntados de descarga y cobija dos ventanales flanqueando la cabecera.
El segundo nivel cuenta con arcos apuntados de descarga y cobija dos ventanales flanqueando la cabecera.
El cuerpo superior es el más hermoso, con
ventanales de arquivoltas sobre columnillas que rodean pequeñas celosías cuya
función es iluminar el interior.
La puerta de ingreso se encuentra en el paño
meridional. Es muy sencilla y bastante reconstruida como se aprecia en las
columnas, cuyos capiteles son lisos.
A ambos
lados, el edificio conserva el ábside y una torre cilíndrica, y sobre el tejado
de ocho aguas, se erige una linterna también octogonal que reproduce en
miniatura el propio cuerpo del templo.
En el lado izquierdo de la portada a la altura
del tercer piso, se percibe un esmerado reloj solar.
Por tanto, la iglesia de Torres no copia
literalmente la forma completa del modelo referido, sino que lo evoca de
acuerdo a la concepción que se tenía en Occidente del mismo.
La planta octogonal se corona en el interior
con una cúpula de crucería, que forma parte de una de las características
arquitectónicas más singulares de este templo. La iglesia no es de gran tamaño,
pero representa un claro ejemplo del románico navarro del siglo XII.
Ligada
desde su origen al Camino de Santiago, fue faro de peregrinos, a quienes
orientaba gracias a la luz prendida en la linterna que corona el edificio. El
terreno que la circunda, sirvió además como cementerio de caminantes.
La función de esta torrecita o linterna parece que es doble. Se mantenía encendido un fuego en su interior que permitía ser avistada desde largas distancias por los peregrinos.
Por otro lado, esta llama tenía el valor simbólico de fuego purificador que evoca la aspiración a la Resurrección. Tal era la función de las llamadas "linternas de muertos" que abundaron en los cementerios europeos medievales.
En los nervios de la linterna, aparecen pintados los nombres de los Apóstoles, así como un texto alusivo a la autoría de la iglesia: "Me fecit". I
Emergente de este cuerpo principal se encuentra la torrecita superior que reproduce, en pequeño y de forma simplificada, los volúmenes y formas del cuerpo inferior.
Es otro prisma de base octogonal, dividido en tres niveles por cenefas. En los lados correspondientes a los puntos cardinales se abre un ventanal. También tiene columnitas en las aristas.
En el interior, la mirada se alza hacia la
magnífica cúpula de gruesos nervios de influencia califal que corona el
conjunto
...y que dibuja una estrella de ocho puntas iluminada por una luz que se
filtra por las celosías.
Su nervadura recordará modelos islámicos similares
a los de algunas mezquitas, lo que permite especular con la posibilidad de que
el monumento fuese construido por artesanos mudéjares que habrían llegado a
Torres del Río desde la orilla del Guadalquivir.
En el costado oriental, como es preceptivo,
aparece el ábside que es de tambor semicilíndrico, prácticamente liso salvo por
una cenefa y un sencillo vano de iluminación en el centro.
Custodia el templo, un Cristo románico del siglo XIII,
también conocido como el Santo Cristo de los Caballeros del Sepulcro.
Entre
delicadas columnas, y capiteles de influencia morisca que reproducen monstruos
y centauros.
Monstro con grandes dientes devorando a una pieza |
La talla de madera policromada, de un
Crucificado románico, fechado en la
tercera década del siglo XIII, dispuesto sobre una cruz de madera con los
extremos terminados en adornos florenzados. Se trata de un Cristo muerto con cuatro clavos, semidesnudo, cubierto con el paño de pureza anudado sobre el costado
y con el borde que cae en diagonal, imagen que porta en su cabeza una corona
real, símbolo del triunfo de Jesucristo sobre la muerte.
En uno de los capiteles, aparece la escena del
Descendimiento de Cristo, patético momento que representa el dolor de la muerte
del Salvador
Y, frente a el, la Resurrección con las Tres Marías ante el
sepulcro vacío, que simboliza la esperanza en la vida eterna y el triunfo sobre
la muerte.
El interior lo rodea un banco corrido de piedra, incluyendo el ábside, y sobre él, delimitando el segundo cuerpo , discurre a modo de friso un admirable traqueado jaqués, que cubre también el ábaco de los bellos tambores de los capiteles de sus lisas columnas.
Fue declarado el templo Monumento
Histórico-Artístico en el año 1931.
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